Me agrada llegar a Fortín, Veracruz, a la oficina,
bajo un techo de palma,
donde encuentro a mi primo “Miguelín”,
(como muchos familiares le decimos cariñosamente)
dentro del
“Museo Tatsugoro Estudio de Bonsái Miguel Ros”,
(le puso ese nombre por
Tatsugoro Matsumoto
jardinero imperial en Tokio,
quien trajo el “Bonsái” a México durante la última fase del “Porfiriato”. La fama de su trabajo le ganó ser contratado por el Presidente Porfirio Díaz para, entre otros menesteres,
dar mantenimiento a los jardines del “Castillo de Chapultepec”…)
Ahí cómodamente sentado en
“la silla de director” se encuentra rodeado de lo que integra el “Museo”:
un gran número de “Bonsáis”,
(“palabra de origen japonés que significa literalmente
bon =»bandeja» +
sai=»cultivar»
y consiste en el arte de cultivar árboles y plantas, normalmente arbustos, controlando su tamaño …”)
los puentes,
los lagos artificiales con coloridos peces y caracoles.
“El Museo” está supervisado por diestros auxiliares y jardineros dedicados a la atención esmerada y especializada en esta categoría de plantas.
i Ahhhh ! importantes decir que
cuenta con un área destinada a “albergar perros”
(ahora apróx. 20)
llegados de “la calle” para quedarse y gozar de la protección de “Don Micky” como lo llaman algunas personas.
La imagen del “Ratón Miguel” aparece en varios de los objetos a su alrededor, al igual que en algunas de sus prendas de vestir.
Hay que ver cómo se asoman los
“jibbitz (adornos pines botones)” alusivos, por los orificios de sus cómodos “Crocs”.
Ése, he observado, es el
“Zapato que generalmente Gasta”.
En fin este primo está abrazado por el afecto de seres vivos personas:
hijas, familia, amigos, colaboradores.
(El recuerdo imborrable y querido de su esposa Consuelo (QEPD), quién además fue un gran apoyo en la realización de este
i anhelado proyecto !).
Plantas,
(los aludidos “Bonsáis )
así como los animales antes mencionados quiénes han encontrado en Miguelín y en su propiedad un refugio y seguridad.
Entre muchas de nuestras conversaciones me contaba que cuando nació su nieto mayor
una de sus hijas le regaló un “BONSÁI”,
aflorando, en lo sucesivo, el amor por i “los árboles enanos” !
“…un “Bonsái” no es una planta genéticamente empequeñecida. La forma que adquiere es gracias a la poda del tronco, las hojas y las raíces, por añadidura el método empleado impide el desarrollo normal en su hábitat original. Quién posea este tipo de arbustos, según la tradición, “tiene asegurada la eternidad”.
De ahí la creencia que
el árbol a esa escala de tamaño constituía
“un puente entre lo divino y lo humano”:
en otras palabras,
“la relación natural entre el cielo y la tierra”…”
Varias veces he visto
en el Museo a expertos mundialmente famosos que llegan al “Estudio de los Bonsái Miguel Ros” ya sea para intercambiar conocimientos con los técnicos especializados que ahí laboran o impartir “talleres” para la conservación de esos árboles en miniatura…”
Algún día estando con él le mostraron un “Bonsái” en “tratamiento” que traía la raíz completamente “al aire”
Me sorprendió que una especie delicada y añeja como ésa, la trajera (según yo) con tanta “soltura”. Me explicó que era parte de los cuidados de rutina.
Fui al taller, dentro del “Museo”,
donde un grupo de peritos no sólo le daban mantenimiento a “la planta” sino se valían de esa circunstancia para enseñar a un equipo de jóvenes que estaban aprendiendo.
“Hay que saber que los “Bonsáis” necesitan de una importante dedicación.
El tener un “Bonsái” y vigilarlo es algo más que una técnica de cultivo, se podría definir como un arte.
“Se dice que «un “Bonsái” bien atendido es un árbol que ha encontrado la felicidad»…”
i Sabiduría de la naturaleza !
Luego pensé en “el camino” que ha recorrido mi primo a lo largo de su vida.
Primero
(como he mencionado en anteriores escritos)
a cargo de negocios familiares:
“Maquinaria Agrícola para Café”
(en el “boom” del aromático en los años 50’s).
Posteriormente dirigiendo su propia empresa:
“Manufactura de Maquinaria Mexicana“ (“3M”)
“empresa dedicada a la manufactura, elaboración de maquinaria industrial y prototipos relacionados con la metalmecánica de la industria cañera”,
ambas muy importantes en la Región Centro del Estado de Veracruz…
pppeeerrrooo ésa es otra historia
a la que me abocaré en su momento.
La incógnita para mí era:
¿cómo fue ese cambio de “giro” de la comercialización de productos de origen mineral (hierro) al cultivo de un producto de origen vegetal (bonsái)?
…sería porque Miguelín en su niñez había estado unido al abuelo Juan y a tíos que se dedicaban al negocio de productos maderables en el monte, en los aserraderos, al pie de
“El Citlaltépetl”.
dirección Coscomatepec, Veracruz (“El Jacal”)
así como la ladera de la “Sierra Negra” dirección
San Andrés Chalchicomula, Puebla.
De ahí, concluí, el gusto por la Naturaleza en su etapa de “jubilación” plasmada en
“pequeños grandes árboles”: “Los Bonsáis” logrando, además,
con su “Museo” posicionarse como “el primero en su tipo en México y Latinoamérica”.
Actualmente mi primo Miguelín es un exitoso octogenario
que se despierta a las 4:00hs,
(como lo hacía en su infancia
cuando contemplaba pinos y enormes árboles)
sintiéndose orgulloso con esa gran colección de árboles enanos
que respiran, florean y dan frutos; aparte de ver y escuchar a los “solovinos” ladrar y jugar.
Ya en su oficina, después de desayunar, toma el libro de su predilección para dedicarse a otro de sus pasatiempos favoritos: la lectura.
En su próximo viaje a la Ciudad de Fortín de las Flores, Veracruz,
(a 6 kms. de Córdoba en una zona actualmente conurbada)
recomiendo como visita obligada,
el ”Museo Tatsugoro Estudio de Bonsái Miguel Ros”
(descrito afectuosamente en anteriores renglones)
dónde podrán comprobar el por qué de la fama de este fantástico lugar.
Tal vez tengan oportunidad de platicar con Don Miguel o
“Mickey Gran Reserva”
(“nombre de usuario” que utiliza en su cuenta de “Internet”)
quien les contará “N” anécdotas entre otras del
”Museo Tatsugoro Estudio de Bonsái Miguel Ros”,
que ha sido visitado no sólo por connotados maestros y artistas (“senseis de Bonsái”) de fama internacional, sino también por personajes ilustres del Lejano Oriente…
“El Bonsái no va a salvar al mundo ni a la Naturaleza, pero el sentimiento que genera vuelve en su ayuda y defensa, porque quien ama al bonsái ama a la Naturaleza”
Anónimo