Habíamos (Dolores y yo) visto una película griega que nos gustó mucho cuyo título,
«Cocina de la ciudad» (estrenada en Argentina como “La Sal de la Vida” y en España como “Un toque de Canela”)
se refiere a la cocina de Constantinopla (ahora Estambul).
Inicia en Atenas con un hombre que emigra y se instala en Estambul teniendo una tienda de condimentos en el famoso «Bazar de las Especies» (o «Bazar Egipcio») frente al mar del Bósforo
un mercado maravilloso con un sabor MUY especial, mezcla de aromas inigualables.
(ya en El Cairo habíamos conocido algo parecido, posteriormente otro en Marrakech en nuestro viaje a Marruecos)
el «Bazar de especies» (o de «condimentos») no tiene comparación con ningún otro.
Dicen en la película que:
«Pimienta: es caliente y quema,
EL SOL que lo ve todo, por eso la pimienta va bien con todas las comidas».
«La Canela – Es el sabor femenino por excelencia: dulce y amargo.
Sí, la canela es lo más importante de todo, o lo es la astronomía, o lo es el amor».
«La Tierra En la Tierra hay vida, pero la vida no está ahí sin más
pero lo que se necesita para la vida es el alimento, qué es lo que hace sabroso el alimentos?:»
«El comino». Es una especia fuerte, vuelve a la gente poco comunicativa»
«La sal.» La vida también necesita sal.
Los alimentos y la vida necesitan sal para ser más sabrosos».
Es una película que recomiendo ampliamente por…
¡el profundo contenido emocional que tiene !
También en este «bazar» pudimos encontrar los insuperables «dulces turcos», que activan los sentidos:
del olfato, vista, gusto, tacto y hasta el oído (con el ruido de la gente)..
¡Probarlos es endulzarse la vida!.
«De arquitectura otomana, aunque diseñada por el alemán August Jachmund, la estación terminal de «Sirkeci» ( Sirkeci Garı en turco) es el principal recuerdo de aquella línea de viajeros que sirvió de inspiración a Agatha Christie en su conocida novela «Asesinato en el Orient Express».
Por otro lado, también está la película
«El Expreso de Medianoche»,
ganadora de varios premios internacionales y, contrario a lo que muchas personas creen, no se rodó en Turquía sino en Malta….
(aunque sí es cierto que aparecen algunas imágenes panorámicas de la ciudad al inicio de la película).
Esta estación de ferrocarril se encuentra en el lado europeo de Estambul y es la puerta de llegada de los trenes.
Y es la terminal del histórico «tren Oriente Express» que supo unir Estambul con París;
el ferrocarril se extiende a todo lo largo de la costa del Mármara.
En toda esa zona había en el piso mucho hielo acumulado y estábamos frente al llamado «Cuerno de Oro»
(por la forma y por el color del agua que se ve al caer el sol por las tardes)
yo no llevaba «zapatos adecuados para gastar» me resbalaba con el hielo;
buscamos un lugar y encontramos algunas tiendas abajo de un puente donde hallé unas botas turcas de piel con suelas apropiadas para las inclemencias del tiempo (que «me probé» de pie y sobre la caja de cartón que las contenía).
Ahí nos percatamos que un «montón» de productos eran «MADE IN CHINA» (artículos y enseres iguales a los que me he topado en mercadillos de:
Xalapa, Ciudad de México, tiendas de «chinos» en España, o cualquier lugar del mundo.
¡»…productos chinos invaden el mercado y ahogan la industria»!
Me puse las botas y caminamos sobre la nieve endurecida, luego nos embarcamos para adentrarnos en aguas del Mar del Bósforo
(«El Estrecho del Bósforo que une el Mar de Mármara con el Mar Negro no solamente separa en dos a Estambul, sino que separa a Europa de Asia, pero el largo «puente Bogazici » une al mismo tiempo los dos continentes»).
Basta tomar dicho puente (o el tren subterráneo que cruzará rápidamente por debajo del canal, extrañas pero diferentes sensaciones) para pasar de un continente a otro.
La ciudad tiene ese aire doble, esa atmósfera de leyenda donde se mezcla la cultura europea y asiática.
Así transitamos entre la inmensa población:
del lado izquierdo Europa y del lado derecho Asia entre dos continentes pasando por el puente, el FSM
(Fatih Sultan Mehmet Köprüsü) que se encuentra casi a cinco kilómetros al norte del ya mencionado «Puente del Bósforo».
Del lado asiático visitamos construcciones muy antiguas donde están acumuladas culturas ricas en historia.
Así en el lado derecho (Asia) se encontrará a la distancia la Capital Turca «Ankara» con menor población que Estambul.
Fue un tour marítimo muy especial, regresando al lugar de las terminales de «ferry».
Al día siguiente nos dedicamos a conocer algo de la historia de la que fuera Constantinopla con varias «mezquitas»
(Estambul, la ciudad de las mil mezquitas») destacando la inmensa y famosa «Mezquita Sofía» (ícono de la ciudad turca).
Nos contaron que por debajo de la tierra están los vestigios de esta milenaria «Bizantinum», origen de una «gran cultura»…
«Aunque el idioma oficial de Estambul es el turco, debido a la cantidad de turistas españoles que viajan a Turquía,
hay mucha gente que habla español.
El alfabeto turco tiene algunas letras distintas al nuestro, pero básicamente es el mismo.
En cuanto a la pronunciación no existe ningún problema puesto que, al igual que el español, cada letra corresponde a un único sonido».
Estambul es una de las ciudades mas visitadas del mundo, capital de tres imperios:
Romano, Bizantino y Otomano.
Dice la historia que:
«Hasta el año 330 se la denominó Bizancio y posteriormente, hasta el 1453, Constantinopla.
Su actual denominación, İstanbul, le fue otorgada en 1930.
Cuenta con casi 15 millones de habitantes y es por momentos caótica y a menudo tranquila.
En años recientes realizaron un trabajo muy importante de manera institucional en materia Turística y obtuvo estadísticas altísimas en recibir turistas»
Mientras estuvimos en ese bello lugar (Estambul) utilizamos unos tranvías muy modernos que cruzan la ciudad,
pero también fue necesario «Gastar Zapatos», «caminar para conocer»…
Otro día se lo dedicamos para visitar el «mercado principal de Estambul», se dice que :
«El Gran Bazar tiene unos 45 mil metros cuadrados y cerca de 20 mil personas trabajando.
Al día puede haber hasta 500 mil visitantes dependiendo de la temporada.
Sus más de 3,600 tiendas en cerca de 64 calles y atraen miradas de viajeros en búsqueda de artículos poco comunes»
A unos pasos de ahí… «el baño más antiguo de Estambul».
Ya relaté en un escrito anterior sobre los baños describiendo al famoso «baño turco»
experiencia donde me estaba ahogando con jabón
(si no lo leíste o no lo recuerdas, te recomiendo lo busques en mi página web).
Otra de mis vivencias en esa ciudad fue:
meterme a un «Café Internet» (para tener contacto con los míos) y olvidar mi «palm»
(aunque lo que más me molestó fue extraviar los datos telefónicos que estaban guardados
muchos de los cuales, a la fecha, no he podido recuperar.. pufffff).
En la noche nos dirigimos a una famosa calle peatonal con tiendas modernas de marcas famosas, restaurantes y sitios para bailar (además de músicos y cantantes «callejeros» para entretener a los transeúntes y ganarse algunas «liras»).
Zona muy agradable y divertida donde se muestra todo lo moderno a la altura de cualquier «capital del mundo”.
Fue en definitiva la «antigua Constantinopla» donde «gasté zapatos» caminando los rincones de la ciudad y de la cual me quedé prendado.
Pudiera resumir a Estambul como:
la «capital» situada entre dos mares:
el Mar de Mármara y el Mar Negro,
entre dos continentes: Europa y Asia
y entre dos mundos: el tradicional y el moderno.
“No te olvides nunca de mirar las estrellas estés donde estés.
Sabes que en el cielo podemos ver muchas cosas y que hay otras que quedan ocultas.
Háblales a los demás de las cosas que no pueden ver porque a todos nos gusta disfrutar lo desconocido.
Ocurre lo mismo que con la comida:
¿Qué importa que no se vea la sal si la comida es sabrosa y podemos saborearla?
No se ve, pero sí, está ahí la sal.”
«Abuelo Vasilis/LA SAL DE LA VIDA»
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