En uno de los tantos viajes a Bogotá (con el propósito de atraer turistas a México) se «me atravesó» un día de descanso,
el que aproveché para desayunar con mis dos buenas amigas colombianas
(que conocí en la Pensión de Atlanta #147 y de las que he platicado en anteriores escritos)
un rico «tamal santandereano»
(como si fuera un «sushi gigante» pero envuelto en hoja de plátano, llevando en su preparación ingredientes como:
ajo, comino, costillas y lomo de cerdo, gallina y garbanzos…)
en un restaurante ubicado frente al bello «Templo Parroquial de Nuestra Señora de Lourdes» justo en la «Plaza principal» de la localidad de Chapinero.
Hicimos un recorrido por la ciudad; pasamos a casa de una de ellas con su familia (los Hernández Vélez) acompañados de LuzMa. la otra amiga. Tomamos un rico café colombiano y alguien una bebida refrescante, largas charlas y recuerdos de nuestras vivencias (décadas atrás) en aquella icónica «Casa de Asistencia» de la ciudad de México.
Ellas evocando un cariño muy especial por esa «Tierra» que las acogió durante sus estudios de posgrado.
Risas, carcajadas, añoranzas de los buenos tiempos hasta que una de ellas interrumpió para decir:
– “Vámonos que Lalo (como ellas me dicen) no vino de México para estar encerrado en cuatro paredes».
Fuimos al «Parque Metropolitano Simón Bolívar» (el más grande e importante pulmón de la localidad). Como era «día festivo» la ciudad lucía tranquila y desahogada libre de sus rutinarios «trancones» (en Colombia se le dice a «la congestión del tránsito urbano» ).
Se veía que había una conexión entre el cielo y los jardines listos para recibir por los aires a los famosos “papalotes”
que ahí , como en algunas regiones de México,
se les conoce con el nombre de “cometas”.
Al aproximarnos al «Parque» vimos por doquier un sinnúmero de ellos:
«viajando en una nube»
, en las manos de los vendedores, atorados o colgando entre las ramas de los árboles..
¡en fin era aquéllo, para mi, el más grande despliegue de cometas que hubiera visto jamás!.
Aún en el auto en movimiento observaba como se iban acercando, alejando, elevando a poca distancia más y más y más.
Cuando nos estacionamos (en el “parqueadero») era todo un espectáculo levantar la vista y ver el firmamento plagado de papalotes.
Caminamos hacia la «Biblioteca Pública Virgilio Barco» en medio de prados con una arquitectura muy peculiar (en forma de caracol) rodeada de angostos canales, apareciendo de repente fuentes y «estanques de agua de lluvia».
En mis primeros viajes a ese país andino me enteré que Colombia tiene, como bibliotecas, algunos lugares maravillosos dedicados a albergar literatura nacional y de todo el mundo, que sorprenden no solamente por su majestuosidad sino por los espacios en donde están ubicados;
colocándose fácilmente entre los más bonitos archivos del mundo.
La «Biblioteca Pública Virgilio Barco», por ejemplo,
«…cuenta con una colección de más de 93.400 volúmenes, tanto en ejemplares en papel como digitales..»
Seguimos caminando y por doquier se encontraban familias “empinando» o “elevando» sus «papalotes»/»cometas”;
unos con toda dedicación, otros simplemente como diversión y convivencia.
Los había de muchos modelos y gran creatividad:
ya fuera de extrañas formas, o figuras de personajes famosos como:
el “chavo del 8”, el «hombre araña», alguno de los “Simpson” o inclusive de algún actor o cantante del momento…
¡ Una gama de colores y diseños cubrían las alturas de Bogotá con condiciones óptimas de viento !
Toda esta experiencia me remontó a mi niñez donde mi padre me dedicaba tiempo para construir y crear nuestro propio «papalote»:
desde conseguir el «carrizo» para volverlo varillas, hacer la estructura de los “tirantes”, elaborar con harina el “engrudo” para pegar el papel de “china” al armazón, sujetar bien «la cola» (hecha con retazos de tela que servía para elevarlo), un buen carrete de hilo especial y
¡a volar, volar y volar!…
-«¡ 🗣 cuidado con las racha de viento!
(avisaba alguien por ahí)
¡Eran comunes las competencias de ver quién lo volaba más alto y más lejos!
Toda esa nostalgia vino a mi mente aquel “ Día con aire en Bogotá”,
en grata y querida compañía de esas amigas colombianas de inigualable anfitrionía,
a quienes he podido disfrutar junto con sus respectivas familias..
¡ Ése fue la fecha que he visto más cometas juntos !
«…Papalote de ensueños
planeas en vientos de recuerdos;
dibujas en mi una sonrisa
como la de viejos tiempos…»
… y como dice la canción :
🎶 “Si, si … Colombia” 🎶
*Nota: Algunas imagenes fueron recolectadas de internet, el objetivo es representar con dichas imagenes lo escrito, ya que no siempre me es posible utilizar imagenes propias debido a su antigüedad o calidad de las mimas.