Era muy chico cuando escuchaba a mis papás comentar sobre ciertas enfermedades
(luego entendí que se referían a “epidemias”).
Decía mi papá que mis abuelos en su travesía por barco de España hacia América,
(con destino a Perú)
una vez llegaron a Cuba fueron desviados a Veracruz
a causa de una “peste”,
a principios del “Siglo pasado”.
(“…”La peste bubónica” afectó a gran parte del mundo en la primera mitad del Siglo XX.)
Mi mamá me contó que en 1918
(casi una adolescente)
vio que llegaron a su casa tres ataúdes.
Era la época en que “la gripe española” azotaba y asolaba comunidades enteras.
(“…llamada así porque la pandemia ocupó una mayor atención de la prensa en España que en el resto de Europa…”)
Aunque temerosa que pudieran ser sus padres supo, también dolida, que era uno de sus hermanos.
“…Esas enfermedades y las posteriores no sólo provocaron la pérdida de miles de vidas, también generaron en la población sobreviviente la necesidad de adaptarse a los nuevos cambios sociales, políticos, económicos y culturales…”
A finales de los 50’tas. y principios de los 60’tas. observaba que a la salida de Córdoba habían unas casas grandes al pie de la carretera conocidas como
“Campamentos contra el Paludismo”.
(En 1954 inicia la “Campaña Nacional de Erradicación del Paludismo.”)
…donde estaban unos vehículos muy largos tipo “Land Rover” de color amarillo intenso
(ahora se identificaría como:
“Amarillo Caterpillar”)
estacionadas en los patios.
Recuerdo también verlos circular por aquellos transitados caminos del sur-sureste que formaban parte de la “Red Nacional de Carreteras de México”.
Los “campamentos” tenían unas antenas enormes para comunicarse por radio.
(más altas aún que las de los “radioaficionados”).
Se observaba actividad constante dentro de estas instalaciones ya que
“…En la lucha específica contra
“la malaria” se logró hacer
(en los habitantes de la zona donde se combatía ese mal)
conciencia “antipalúdica”, manifestándose en los informadores voluntarios formados por miembros de la colectividad que colaboraban con la Secretaría de Salubridad y Asistencia, cuya misión era notificar los casos sospechosos para que fueran estudiados y atendidos con eficacia…”
Todo ese movimiento, a mi corta edad, me llamaba mucho la atención y por ello reflexionaba sobre lo que sucedía a mi alrededor.
Se me agolpan las imágenes de aquellos ayeres, con esas personas y sus “equipos de fumigación”:
tanques de metal pesados al hombro, mascarillas y lentes tipo “soldador”.
“…Según la Secretaría de Salud,
Veracruz es un Estado donde “el paludismo” es endémico debido a diversos factores que lo hacen una zona de riesgo para la transmisión, entre ellos las condiciones climáticas y la migración humana…”
“…México sigue logrando grandes progresos en la reducción de su carga de esas epidemias”.
En Córdoba por muchos años estuvo “La Garita” a la altura de la calle 24,
(“…local desde donde el portero vigila la entrada y salida de las personas, de los vehículos…”)
en la esquina se hallaba una casona con tejas, elevada por una escalinata con peldaños de 3/4, muros gruesos, arcos de “medio punto” y en el patio trasero unos frondosos “tabachines”. Existen muchas leyendas en torno a esa propiedad como que, por un tiempo prolongado, sirvió de “cuartel general”.
Lo que a mí me consta es que allí
vivieron mis abuelos paternos en los años 50’tas.,
luego uno de mis tíos con su familia y tiempo después (en los 60’tas.) mi querido hermano Juan José instaló su “Despacho de Arquitecto”.
Para entonces “La Garita” se cambió más allá de la “Y” de la av. 11 (entre “Dos Caminos” y “Santa Lucía”). Era una “caseta”
(“moderna” para ese tiempo)
ovalada y si no mal recuerdo forrada de azulejos blancos y negros que también hacía las veces de un “control antipalúdico”;
adelante estaban aquellos “campamentos” mencionados anteriormente.
Así mismo recuerdo un campamento muy grande situado en los Tuxtlas, en una curva prolongada a la salida de San Andrés con dirección a Catemaco.
Casi quince años después,
cuando me preparaba para realizar mi primer y ansiado viaje trasatlántico (México-Europa),
uno de los requisitos para sacar determinadas “visas” era obtener
(en las oficinas de Salubridad en Tacubaya, en Ciudad de México)
la “Cartilla Amarilla de Vacunación” donde certificaba que se estaba protegido contra una serie de enfermedades;
requerida por algunos países Europeos para permitir el ingreso a su Territorio.
Hoy en día hay un cuidado especial (vacunas) para visitar ciertos Países Africanos,
como medida de protección al viajero.
Siendo responsable de
la Promoción Turística del País,
en el ‘2001 asistí a un “Seminario para Agencias de Viajes” en Hanover, Alemania.
Auxiliado por el Director del CPTM en aquel “País Teutón” (con traductor) pude enterarme de una acalorada discusión que se suscitó entre los “agentes y/o propietarios” de estas empresas sobre el temor de los turistas germanos de contraer el “paludismo” o “malaria” en México. Un propietario alemán de “Agencia de Viajes” y de profesión médico tomó la palabra para informar:
“señores yo viví recientemente y por largo tiempo en algunos Países Sudamericanos y les aseguro que la transmisión de la “malaria” actualmente, está controlada en el “Continente Americano”.
Es más quisiéramos comer
(en vez de alimentos congelados)
tan saludable y fresco como allá:
frutas y verduras “recién cortadas” y el pescado de “las redes a la mesa”.
Como médico también puedo afirmar que en México existe una rigurosa inspección sobre el manejo de esta enfermedad.
Y hay quién ahora se pregunta:
-¿”Qué futuro nos espera después de esta “pandemia” del “Covid19”…”?
-“Qué tipo de campañas se implementarán para combatirla?”
-“Regresarán “las Cartillas de Vacunación” o se registrarán a través de una “Aplicación”…”?
(“Mexicano diseña chip para detectar Covid-19…”)
Con los años “las nuevas generaciones” hablarán sobre el “Coronavirus” y “las mascarillas” del año veinte veinte (2020),
i Histórico para la Humanidad !, como hoy nosotros recordamos la epidemia del “Paludismo” de mediados del “Siglo XX”.
…pero yo, aún consciente de la situación, agregaría:
“La vida es una preparación para el futuro y la mejor preparación para el futuro es vivir como si no hubiera ninguno.”
Albert Einstein