…después del recorrido de dos días por Florencia y Pisa regresamos a Roma donde rentamos un auto,
(“Renault 4L” rojo)
que a partir de ahí fue nuestro transporte;
así que en vez de
“Gastar Zapatos”,
“Gastamos neumáticos” por varias semanas cuyas aventuras iré narrando en su oportunidad.
En uno de mis escritos sobre mi estancia en Inglaterra, mencioné que nuestro amigo español Rafael
(que nos acompañó en el recorrido por el “Reino Unido”)
se uniría con nosotros en Roma para juntos continuar lo que restaba de nuestro viaje por Europa.
Una vez en el auto fuimos al “Aeropuerto Fiumicino”,
con nombre oficial “Aeropuerto Internacional Leonardo da Vinci”,
dónde habíamos quedado de recoger a Rafael quien volaba de Londres a Roma.
Como quisimos gastarle una broma, al llegar al estacionamiento en el lugar convenido, nos fuimos a esconder viendo desde donde estábamos cómo nos buscaba mirando por todos lados sin encontrarnos; hasta que riéndonos nos aparecimos. A él, desde luego, no se le hizo nada graciosa nuestra guasa.
Nuevamente se colocó, como solía hacerlo en Inglaterra, en el asiento trasero del auto pidiendo le participáramos el itinerario a seguir, anticipando que quería un recorrido breve por Roma. Mientras nos dirigíamos a la urbe, él sacó de su maleta “un montón” de cartas que habían llegado a Stratford (luego de haber salido de allá ) de nuestras entonces novias Dolores y Laura.
Después del “tour” me preguntó
(ya que como he narrado yo era el organizador de los viajes)
-¿Y de aquí a dónde iremos?
-Rafael, contesté, en tres días más es 7 de Julio:
¡“San Fermín”!
-¿Pero estáis locos?
Cómo creen que dejaremos Italia para regresar a España, saben lo que eso significa en tiempo?
Antes pasaremos a Venecia y Milán, le dije.
-¡Es una imprudencia!,
agregó.
No te apures, insistimos, entre Octavio y yo manejaremos toda la noche.
Pero antes, dijo, cenemos en «La Ciudad Eterna
¡yo invito!
A medianoche salimos de la Capital de Italia con dirección a Venecia; por la premura de tiempo hubimos de perdernos los paisajes carreteros para tomar las “Autopistas”.
De “pisa y corre”, para un leve descanso, nos detuvimos en “Bolonia” y “Ferrara”.
Llegamos a la soñada “Reina del Adriático” dejando el auto en un aparcadero para tomar el “Vaporetto” (red de autobuses acuáticos considerado el sistema de transporte más popular)
y cruzar el ”Gran Canal” hasta descender en la famosa “plaza de San Marcos”, cargando lo indispensable para pasar una noche. Conseguimos un lugar con mucho sabor a un costado de un “Canal” y no lejos de la “Plaza Principal”. Entre tantos puentes, callejones y canales por momentos perdía “la brújula”
(mi “buen sentido de la orientación”)
ya que ”Gastábamos Zapatos” por los distintos barrios y zonas de la ciudad, subiendo y bajando muchísimas escaleras.
Por los canales navegaban algunas “góndolas”;
(“…uno de los símbolos más antiguos de esta Ciudad…”)
distinguiéndose las que llevaban a bordo parejas de enamorados y el “gondolieri” con remo en mano vistiendo la tradicional camiseta a rayas.
¡Cenamos en una rica taberna con el típico ambiente italiano!
Al otro día volvimos a utilizar el “vaporetto” para hacer un breve recorrido por unos canales, con el paso obligado por el emblemático y conocido “Puente de los Suspiros”, observando a lo lejos la “Isla de Murano”
(“…famosa por su larga tradición de fabricación de vidrio…”)
Regresamos al “4L” al que Rafael se refería como
“el cuatro latas”
y a “meterle kilómetros” hasta Milán donde hicimos una breve escala para conocer, por lo menos, su “Duomo”
(“Catedral de Milán”)
“…una de las Iglesias de culto católico más grandes del mundo y las ventanas del coro tienen la reputación de ser las mayores que se conocen…”
y a continuar horas y horas sin parar, cruzando por Turín
(intercambiándonos “el volante” entre Octavio y yo)
porque al otro día en Pamplona era el dichoso
“7 de julio” “San Fermín”
(“…una de las fiestas más universales de España declarada de “Interés Turístico Internacional” #VivaSanFermin…”)
¡Ahhh, si hicimos un alto en el camino!
Rafael pidió nos detuviéramos ya que le urgía “hacer de las aguas”, para lo cual se adentró entre unos matorrales. No bien habíamos “arrancado” cuando gritó:
-“¡Paren, paren, paren, se me subieron las hormigas!”
Bajó despavorido pegando saltos, se quitó la ropa para librarse de los insectos que le estaban picando por todos lados. Pobre de nuestro amigo, pasaron horas para que volviera la tranquilidad dentro del auto.
Íbamos conduciendo por la Región de Lion en Francia, cuando Rafael intentó persuadirnos de nuestro objetivo de viaje al mencionar:
-“Miren estamos cerca de París y recuerden la frase
“París bien vale una Misa”…”
a lo que contestamos:
“París bien vale una Misa” pero San Fermín nos espera y mañana es su “Santo”:
¡”…siete de julio San Fermín; a Pamplona hemos de ir con una bota, con una bota y un calcetín…”!
Era de madrugada cuando llegamos a Irún, frontera entre España y Francia, donde había que enseñar los pasaportes; yo que conducía
abrí la ventanilla al tiempo que el guardia preguntaba
-¿“Sus “carnés”…?”
Automáticamente respondí con un
“¿Mande?”
Y el guardia sin ver los pasaportes amablemente repuso:
-¡“Mexicanos”!”
-¡Bienvenidos!”
-¡Adelante!
Una palabra fue la llave de entrada para España…
En otro escrito mencioné que la expresión ¿“mande”?
«…se utiliza como una manifestación del carácter señaladamente cortés del mexicano».
Y Llegaríamos a Pamplona.
“No escribí la mitad de lo que vi, porque sabía que no me creerían”
Marco Polo (Mercader y viajero Veneciano)